Matrimonios por conveniencia
En los hogares de la gente decente era habitual que los padres eligieran maridos para sus hijas. Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de las jóvenes, sino los intereses de familia. A través de un buen matrimonio se buscaba mantener o incrementar el patrimonio familiar. Los ricos comerciantes, por ejemplo, se preocupaban por pactar matrimonios con hombres que a través del ahorro y la buena administración dieran continuidad a sus empresas mercantiles.
En este sentido, los españoles contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las familias decentes los consideraban más trabajadores y ahorrativos que los nativos. El dicho «Vino, marido y bretaña, de España»*, que estaba muy extendido en la época expresaba muy bien esta preferencia.
El amor en lucha contra la conveniencia: surgimiento de una nueva sensibilidad
Hacia 1803 Mariquita Sánchez tenía 14 años. Pertenecía a una distinguida familia porteña. A pesar de su juventud, Mariquita decidió cuestionar las rígidas costumbres de su época en torno al matrimonio. No aceptó casarse con el hombre elegido por sus padres, el español Diego del Arco. Amaba a un joven, llamado Martín Thompson y, animada por tales sentimientos y por una personalidad que comenzaba a definirse como muy libre y transgresora, resistió las imposiciones paternas. Ante la intransigencia de sus padres, ella y Martín decidieron llevar el enfrentamiento a la esfera pública. Presentaron un juicio de disenso ante las autoridades virreinales y, finalmente, fue el virrey Sobremonte el que dirimió el conflicto, fallando en favor de los enamorados.
Mariquita y el Himno Nacional
Se dice que allí mismo, en su casa, se interpretó el Himno Nacional Argentino por primera vez. Sin embargo, algunos historiadores aseguran que Mariquita Sánchez no dejó ningún escrito en el que menciona ese hecho tan importante. Aún así, otros aseveran el suceso y hasta le ponen fecha: posiblemente, la interpretación de esta Marcha Patriótica pudo haber sucedido el 14 o 25 de mayo de 1813.
Se trata de un momento cuando comienzan a representarse los símbolos patrios. El Triunvirato de entonces entendió que existía la necesidad de una canción oficial. A partir de su sanción, el 11 de mayo de 1813 por la Asamblea del Año XIII, el encargado de la composición fue el diputado Vicente López y Planes.
En el óleo de Pedro Subercaseaux podemos ver a las manos de Blas Parera desplazándose en el teclado del pianoforte, a la boca entreabierta de Remedios de Escalada de San Martín, que está entonando las estrofas del Himno Nacional, a una hoja que sostiene con una de sus manos, en la que podemos intuir la letra del Himno, al resto de los personajes del óleo siguiendo con atención su canto. Por ende el pianoforte se abre, deja traslucir su esencia; a saber, ser un instrumento musical de cuerdas percutidas por un teclado. Que en el óleo es acompañado por las dulces manos de la mujer que las desplaza por las cuerdas del arpa. Por ende en el óleo de Subercaseaux reside la verdad del pianoforte y su relación con la música.MARÍA REMEDIOS del VALLE, LA MUJER AFRO.
Fue hija de esclavos, participó de la resistencia frente a las Invasiones Inglesas y después de 1810, marchó hacia el Alto Perú. Estuvo presente en las victorias y brilló en las derrotas.
Si poco se sabe de las mujeres que participaron de la Revolución de Mayo, más se silenció todavía a las afroamericanas que fueron esclavas. Hace muy poco trascendió que María Remedios del Valle no sólo participó de la resistencia frente a las Invasiones Inglesas, luego marchó hacia el Alto Perú, cayó prisionera, recibió nueve días de azotes por parte de los realistas pero escapó y participó de varias acciones de armas. El jefe de las tropas rioplatenses la nombró capitana, hecho inédito y sustantivo.
La mujer “continuó con la campaña de Belgrano y participó de la batalla de Tucumán sin hacerse notar. Sin embargo, luego del triunfo valoraron la acción desempeñada por ella en la atención a los heridos de la guerra. María participó también en la Batalla de Salta y el General - por los amplios méritos cumplidos – la nombró Capitana del Ejército, los soldados la llamaron La madre de la Patria. Así se la conoce y se la recuerda”, según resaltaron.La capitana brilló en las buenas y todavía más en las malas. “Vilcapugio y Ayohuma fueron las grandes derrotas y es justamente en esta última contienda donde ella apareció con dos niñas llevando agua a los heridos y también para curarlos. De ahí el popular dicho y el único reflejo que aparece en un cuadro pintado, reproducido en los libros de textos primarios y secundarios argentinos: las Niñas de Ayohuma. Allí se la ve a Remedios con el cántaro de agua en la cabeza y con dos pequeñas a los costados”.
Aportaron las historiadoras que “esa es la única mención que existió siempre sobre la Madre de la Patria porque la historiografía y la política excluyeron a la gente de color de la historia”. Después “fue herida y estando prisionera pudo hacer escapar a varios oficiales. Tuvo nueve días de azotes públicos; aun así logró escapar y llegar hasta el contingente de Miguel Martín de Güemes y Juan Álvarez de Arenales. A la Benemérita de la Patria le adjudicaron un lugar simbólico de respetabilidad y aceptabilidad”, según otro historiador.
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